martes, 3 de marzo de 2020

ENAMORATE DE UNA PUTA






ENAMÓRATE DE UNA PUTA

Dios mío, libérame de los santas, ordenadas, estrictas y neuróticas; libérame de las vírgenes (que tanto daño han hecho a mi gente) puritanas, intocables, frígidas y sentimentales.

Perdón, pero no soporto el orden que supedita, no soporto las reglas que han de ser más importantes que su finalidad y, si una regla no aporta libertad, entonces libérame de ella.

¿Dónde están las putas?

Hay tantas en las antiguas parejas, los amores imposibles. Hay tantas perras y zorras como dolidos por sus desventuras.

¿No será que son personas que nos han dejado, que nos han herido, que tomaron la decisión de estar con otro hombre, con otra mujer? Aquellas personas que tomaron la decisión activa en su sexualidad. ¿No será que las putas son personas de valor, que han afrontado y entablado una igualdad ante la posición dominante? ¿No será que las putas engendran, además de hijos de hombres anónimos, miedo en la sexualidad masculina, miedo ante los poderes establecidos, miedo a la libertad? ¿No será que aquellas personas que se han largado, que obedecen al deseo propio, que consciente o inconscientemente retan la moral, que nos atemorizan, que dibujan límites nuevos, pero, sobre todo, que han hecho caso omiso a las privaciones impuestas sobre sus cuerpos, no será que ellas son las putas?

Porque si las putas son personas que abandonan los encierros, que establecen relaciones y se procuran la libertad, entonces deja que me enamore de una puta, de las que causan miedo porque han retado el statu quo, enfrentado al dios falso de la doble moral. Porque lo quieras o no, te parezca correcto o pecaminoso, ejercer la libertad sexual no es cuestión de opinión pública, comprensión, pertenencias o ninguna clase de compromiso social. No está a votación. La puta ha mandado al carajo los preceptos masculinos. ¡Vaya que da miedo! A los hombres nos da miedo. ¡¿Cómo alguien osa atentar contra lo que tantas guerras ha costado estructurar?!

Al final, seguimos sin querer libertad más que seguridad y cobijo, un chupón, un pulgar fantasma para succionar mientras nos recostamos en nuestros sillones a ver televisión.

La puta ha encontrado una clase de amor propio, desligado de lo ajeno y el reconocimiento. Un amor que puede ofrecer en muestra de riqueza, de abundancia, de comprensión y cariño por la humanidad. Pero da miedo el amor, da mucho miedo.

El amor propio no necesita de nadie o de nada, no se puede calificar en las escuelas, no amerita un salario fijo, no tiene prestaciones y no las quiere, no vive de likes o aplausos. El amor propio no se moldea y le importas poco. Por eso los anuncios publicitarios te recuerdan lo espantoso, lo estúpido que eres, los dientes chuecos y el olor de tus axilas, la forma de tu nariz, el color de tu piel, lo barato y raído de tu ropa; porque claro, un alma deshilachada se oculta con un buen traje, aliento fresco, y un título profesional.

Putas, todos somos putas cuando deseamos, cuando no tenemos miedo de nuestros genitales o cuando decidimos por cuenta propia. Todos somos putas, jotos y pendejos, si dejamos de tener miedo, si aceptamos que no cabemos en los estrechos espacios que dibuja, con todo el cariño del mundo, la cultura y los nuevos juicios públicos en internet.

Enamórate de una puta. De quien tus amigos llaman puta y tus amigas muestran envidia corrosiva, lanzando puños de críticas destructivas. Esa persona te hará sentir de manera intensa, explosiva. Tendrás el mejor sexo, te liberará de cualquier vergüenza. Aprenderás a querer tu cuerpo y experimentarás el dolor de la libertad. Vivirás su abandono como un renacer. Te enseñará a cortar el cordón umbilical de las relaciones dependientes.

Hombre, deja a tu novia que se pone faldas que arrastran y espera un anillo para abrir las piernas. ¡Anda!, arriésgalo todo por una puta y desabrocha su escote. Mírala alejarse con otros hombres y amarlos por igual, vive el desamor y enfrenta la pena con alcohol, le hará bien a tu alma. Paga los pecados del sometimiento y aprende a soltar. Enamórate de una puta. Son personas libres, amantes, independientes, confrontadoras, trabajadoras, con carácter, rebeldes, revolucionarias. No verá tus errores y no se quedará amarrada a tu lado. No analizará en exceso tu ropa, tu dinero, tu calvicie. Una puta te querrá por un momento, pero será de verdad.

Cuando una puta se va, se va y no regresa. Disfruta con ella el presente y déjala ir, aprende a irte así, como el viento que refresca tu rostro y nunca vuelve.

Porque no hay decisiones que sean definitivas en la vida humana, porque todo tiene un cambio, porque nuestra es la libertad de decidir y cambiar nuestras vidas, por eso sólo puedo decir: Dios mío, ¡cómo amo a esas putas!



Jose De la Serna

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