martes, 22 de julio de 2014

COMO HACER MASAJE TANTRA INTRODUCCION



Entrenamiento tántrico

¿Qué es lo primero que nos enseña este descubrimiento de los puntos de control sexual en el cerebro? 

Bien, nos enseña algo que no esta muy presente en nuestra sociedad y que debería estarlo, por ser muy útil a la hora de mejorar nuestra sexualidad: que la excitación, la eyaculación y el orgasmo no son tres procesos indivisibles entre sí, ya que hasta tienen diferentes formas de control cada uno, totalmente independientes, mas allá de la unión que genera el llamado "interruptor principal".
Y esta es una buena noticia ya que, si no estamos forzados por la madre naturaleza y por nuestro propio cuerpo, lo cierto es que podemos aprender a separar cada uno de estos procesos y a emplearlos de una mejor manera, más efectiva, al menos.
Podremos ser capaces de experimentar tan solo una erección (función plenamente del sistema circulatorio), tan solo orgasmo (función que es controlada por el sistema neuronal) o tan solo una eyaculación (que es controlada por la parte muscular del cuerpo humano), sin sufrir la esclavitud del orden establecido. O combinarlos de forma independiente, aprendiendo a dominarlos a nuestro placer.
Es cierto que, aun por experiencia propia deberíamos saber que estas tres partes de nuestra sexualidad pueden ser separadas y no siempre actúan en conjunto, ya que todos hemos experimentado la disociación en algún momento u otro, ya sea por haber conseguido erecciones sin por eso llegar a la eyaculación o al orgasmo, por haber tenido eyaculaciones totalmente involuntarias o por sufrir un orgasmo donde el numero y la fuerza de las contracciones es anormalmente baja y por lo tanto el placer sensorial obtenido con el mismo no se encuentra, ni de cerca, en los niveles deseables.
Lo que se trata de hacer a través del tantra y de sus ejercicios es de lograr un control voluntario de estas reacciones físicas, para poder causar la que se desee sin causar las demás y pudiendo manejarlas de las formas correctas que nos permitan tener un desarrollo sexual acorde a nuestros deseos, que permita prolongar las sensaciones mucho mas allá de lo que causan las contracciones obtenidas por medios del sexo normal.
Así que, por decirlo de alguna forma, lo que vamos a hacer con el tantra es un entrenamiento. Si, exactamente eso, vamos a entrenar nuestro cuerpo en lo sexual, de la misma forma que se lo entrena para un deporte o para tocar un instrumento musical.
Vamos a enseñarle como actuar en determinadas circunstancias y vamos a aprender a tener un control voluntario sobre sus movimientos en ciertas áreas donde normalmente no tenemos control.
Llevará trabajo, porque los movimientos sobre los que vamos a entrenar no forman parte nuestra vida normal y serán, al principio al menos, totalmente anti-naturales y extraños.
Pero con práctica, entrenamiento, insistencia, paciencia y mucha perseverancia, lograremos volverlos mucho más normales, lograremos que la memoria muscular los vuelva uno con nosotros.
El control volitivo de los músculos con los que se trabaja en las practicas tántricas no es algo que hagamos en el día a día, pero podremos lograr que lo sea con mucho trabajo duro y siguiendo las instrucciones pertinentes.

Lo Espiritual

Pero, como dijimos, el tantra también reúne una importante parte de religión y espiritualidad. Sé que dijimos que no íbamos a hablar mucho del tema, y no lo haremos de la religión, pero si nos parece interesante referirnos un poco al porque de esto y a como las experiencias de espiritualidad se presentan y porque se las relaciona con estas practicas.
No estamos haciendo propaganda religiosa, sino simplemente comentando otro aspecto del tema que nos ocupa, un aspecto lo suficientemente grande como para no poder ser dejado de lado con un simple gesto de la mano.
¿Por qué la asociación con la espiritualidad? ¿De donde viene? Son preguntas interesantes que, una vez mas, se contestan a través de la anatomía.
Los puntos claves sobre los que se trabaja en el tantra son parte de la forma en que opera nuestro sistema nervioso y afectan, por lo tanto, a la forma en que percibimos a través de nuestros sentidos.
El mundo metafísico puede ser experimentado de muchas formas, y los seres humanos lo hacemos con cierta naturalidad, o sea, somos capaces de experimentarlo usando diversos métodos y no con una dificultad que raya en lo imposible.
Muchas veces, el método que se utiliza reúne dos características: una repetición constante de una frase o de un mantra y una atención dedicada exclusivamente a las fuerzas cósmicas.
Y el tantra provee de las dos cosas, con lo cual su función para entrar en contacto con lo metafísico esta asegurada y es fácilmente explicable. Es una forma muy poderosa y conveniente para llegar a conseguir la beatitud espiritual.


¿Cómo opera el Tantra?

Bien, comencemos entonces a trabajar en la comprensión de cómo opera el tantra, del tipo de ejercicios que deberemos usar y como deberemos hacerlo, para poder avanzar hacia la ejercitación más avanzada.
Lo primero que necesitamos es conocernos. No olvidemos que el tantra es una filosofía basada en el sexo como punto de comunión, por lo tanto los ejercicios que deberemos realizar incluyen, lógicamente, la realización de actos sexuales, ya sea en compañía o en soledad.
Pero decíamos que debemos conocernos y lo primero que debemos conocer es la forma en que aparece nuestro orgasmo, como es el reflejo, su forma y sus tiempos.
Para esto, deberemos experimentarlo en repetidas ocasiones, al menos unas diez, prestándole mucha atención, sin perdernos en las sensaciones que trae acomplejadas, sino manteniendo la concentración y tratando de ser capaces de hacer un análisis lo mas frío posible (por decirlo de alguna manera), de notar como son sus tiempos, cuales son las sensaciones físicas que preceden y que suceden a continuación del momento de mayor placer. Veamos como trabaja y tomemos nota (mentalmente, no es necesario poner todo por escrito) de las características propias de nuestro orgasmo.
Casi con toda seguridad notaremos que hay un momento previo al orgasmo, segundos antes de que este ocurra, en que se produce una especie de vacío, en que tomamos conciencia de que el orgasmo esta a punto de ocurrir, que es absolutamente inminente y hasta de en que momento exactamente tendrá lugar el clímax.
Y, además, notaremos que, pese a que somos concientes del orgasmo a punto de ocurrir y de que sabemos con exactitud cuanto falta, esto no quiere decir que ese orgasmo sea imposible de evitar, de que todavía puede no suceder si así lo deseamos.
Ese es el momento que estamos buscando, donde dedicaremos muchas de nuestras energías mas adelante.
Una aclaración: es posible que sea conveniente realizar este ejercicio en soledad, mediante la masturbación, ya que la presencia de un compañero puede volverse una distracción importante, que nos impida realmente realizar el análisis de sensaciones que estamos tratando de realizar.
Todos sabemos que durante el orgasmo se producen una serie de contracciones en los músculos de la zona genital, que son realmente muy agradables y placenteras. Pero lo que tal vez no sepamos con exactitud es cuantas contracciones se producen.
El numero habitual, que suele ser mayor en las mujeres que en los hombres, es de entre ocho y veinticinco contracciones. Pero este numero varia dependiendo de la persona y puede ser ligeramente mayor o ligeramente menor.
Lo más probable es que tengamos un numero de contracciones regularmente estables, siempre mas o menos la misma cantidad. Si nuestro numero es quince, será muy raro que lleguemos a veinticinco o a ocho; es muy posible que varíe entre trece y diecisiete, por ejemplo, pero tampoco es probable que la oscilación sea mucho mayor que eso.
Lógicamente, a lo que apuntamos hablando de estas contracciones es a que esta es otra de las variables que hay que tener en cuenta en el momento de realizar la observación y el análisis de nuestros orgasmos.

Debemos fijarnos cuantas contracciones tenemos, como varia su numero, de cuanto es la oscilación. En definitiva, debemos conocer como se producen nuestras contracciones.


Primeros Ejercicios

Bueno, ya hemos realizado nuestra observación de nuestros orgasmos y somos concientes de cómo trabajan y de cuantas contracciones son las que usualmente sufrimos durante un orgasmo "común".
Ahora podemos pasar a la realización del primero de los ejercicios que vamos a ver en este articulo. Este es un ejercicio simple en cuanto a su idea, tan solo un primer acercamiento a otros que serán mucho más complicados. Esto no quiere decir que sea fácil, pero si que no requiere tanta practica y que deberíamos ser capaces de dominarlo.
Lo que debemos hacer es llegar al punto del orgasmo y sentir las primeras contracciones musculares asociadas con este. No debemos suprimir el orgasmo, sino abrirnos a este, tratar de dejar que unas contracciones ocurran.
Pero tan solo dos contracciones o tres, no más. Y luego debemos relajarnos. Pero para hacerlo no debemos recurrir al truco fácil de pensar en algo que sea totalmente asesino para la excitación, sino que debemos respirar profundamente, estar atentos y relajar los músculos de la zona abdominal tanto como sea posible, dejar el cuerpo flojo y de   esta manera detener las contracciones orgásmicas que se están produciendo.
Esto se puede hacer tanto en soledad como en pareja, aunque esta segunda opción es mucho más aconsejable, ya que la presencia de un compañero nos da otras "armas" a la hora de aprender a controlar las contracciones orgásmicas.
Podemos pedirle a nuestra compañera que nos mantenga en este borde del orgasmo con cambios de posición, velocidad y utilizando una delicadeza y una suavidad que evite que en el momento del orgasmo nos dejemos llevar y superemos la barrera, que comencemos a realizar la serie de movimientos pélvicos que hemos estado tratando de evitar a toda costa, arruinando de esta forma todo el ejercicio.
Lo que estamos tratando de hacer con este ejercicio es lo que en tantra se denomina "montar la ola", o sea, mantenernos tanto como sea posible en el umbral entre el clímax y el orgasmo, entre el placer y la eyaculación, para poder repetir las contracciones orgásmicas tantas veces como sea posible, siempre en el borde pero sin caer del otro lado, sin superar la "cima" del placer, manteniéndonos en el estado de placer por mucho mas tiempo del que, con toda probabilidad, creímos que era posible.
Por supuesto, el tantra apunta a la unión entre el hombre y la mujer, a la experiencia compartida que significa la celebración del sexo. Por lo tanto, si realizamos estos ejercicios en pareja, debemos turnarnos con la otra persona, montando la ola un tiempo cada uno, mientras que el otro cumple las funciones de "guardia", impidiendo que aquella parte de la pareja que esta efectivamente montando la ola se pase de la cima, que caiga en el otro lado, que se pierda y llegue al orgasmo, arruinando la oportunidad de mantenerse en la "cima" por tanto tiempo como sea posible y de la generación de mas y mas energía sexual que esto significa.
El guardia debe estar siempre atento para ser capaz de notar las señas de que la otra parte esta a punto de pasarse y poder intervenir con movimientos y palabras para evitarlo.
Una vez que quien estaba montando la ola llega al punto de saturación y se relaja totalmente, cambian posición, con el "guardia" pasando a ser quien "monta la ola" y viceversa.
Pero no nos creamos que un cambio de posiciones es algo definitivo. Lo más probable es que a lo largo de un solo encuentro o acto sexual, cambiemos de posición en varias ocasiones con nuestra pareja. O por lo menos esto seria lo deseable.
Por otro lado, es también probable que, aunque suene un poco extraño, en medio del acto sexual y luego de haber realizado algunos cambios de posición, nos tomemos un descanso, detengamos la actividad para retomar fuerzas en una forma relajada, reponiéndonos y acumulando nuevas energías para, si lo deseamos, continuar luego con la actividad sexual.
Todo esto puede parecer complicado, una técnica que requiere de mucha concentración y atención, que tal vez no sea fácil (o posible) de mantener durante una actividad sexual apasionada.
Pero lo cierto es que no es así. Si bien puede requerir de cierta concentración (especialmente al principio) si estamos realmente en armonía con nuestra pareja los roles se volverán secundarios, perderá importancia el conocimiento exacto de quien esta cumpliendo con cual rol, simplemente pasaremos a ser una pareja teniendo sexo, con uno que "monta la ola" y otro que hace de guía, pero sin que se note exactamente quien es quien ni que haya ningún tipo de problema por esto.
Con tiempo y practica, se convertirá en una parte de nuestra naturaleza como pareja y por lo tanto será prácticamente un reflejo aprendido, con lo cual no nos generara ningún tipo de problemática o dificultad su realización. Esto es, básicamente, el aprendizaje secreto del tantra.




Poder

Un fenómeno que se produce a veces cuando una de las dos partes esta "montando la ola" es que la otra parte de la pareja siente que tiene en sus manos un gran poder, ya que posee la capacidad de hacer pasar a la otra persona la "cima" y llevarla mas allá, de hacerla sufrir un orgasmo tan solo haciendo un movimiento en particular con sus manos, en el momento en que la otra persona esta empezando a dejarse ir, a relajarse, luego de haber estado a punto de llegar al orgasmo.
Esto no es un fenómeno menor ni que deba dejarse de lado sin dedicarle un segundo pensamiento, sino que, por el contrario, posee una gran importancia y puede ser altamente positivo tanto para el funcionamiento de la pareja como para la persona como individuo.
¿Por qué decimos que esta idea de que tenemos poder sobre el otro y sus reacciones puede ser positiva?
Por que tomar conciencia de que la otra persona a puesto algo tan sagrado e importante como la propia sexualidad en nuestras manos es una poderosa fuerza emocional, que nos puede llegar muy profundo, conmoviéndonos, excitándonos y generando toda una serie de emociones hacia la otra persona y hacia la situación.
Además, es un proceso que da mucho placer el ver como se desarrolla la sexualidad de la otra persona y como obtiene placer de nuestras acciones y como lo generamos. Es muy gratificante, pero no debemos tomar este poder para nosotros en forma violenta, no debemos forzar el orgasmo en nuestra pareja si esto no es lo que nuestra pareja quiere. Esta es la parte negativa de esta toma de conciencia.
El forzar a la otra persona a llegar a un punto al que no quiere llegar es una forma segura de abrir una brecha entre ustedes, de generar desconfianza y de que esa energía maravillosa que se genera se desperdicie.
Además de que, como este ejercicio busca un desarrollo, el forzar el orgasmo solo sirve para arruinar la percepción de esa sexualidad mayor y más profunda de la que hemos estado hablando hasta ahora.
Por supuesto, si la otra persona lo desea o lo necesita, deberemos ayudarla a llegar al orgasmo, deberemos ayudarla a pasar esa "cima", pero nunca debemos asumir que es así y siempre debemos estar preparados para que la respuesta a esto sea negativa.
Nunca lo forzamos, sino que los preguntamos y actuamos de acuerdo a sus deseos. Lo que estamos buscando es una experiencia formativa y repartida en forma equitativa entre las dos partes de la pareja, no jugar a acertar lo que mi compañero o mi compañera desea.
Antes decíamos que cambiaremos de posición varias veces y que depende de nosotros y de lo que deseemos y hasta donde deseemos llegar. Pero lo mínimo que recomendamos hacer durar estos ejercicios es de veinte minutos.
Será placentero, aunque más tiempo puede llevar a una mayor experiencia espiritual, a elevarnos más. Este tiempo es, por supuesto, compartido entre los dos, realizando los cambios de posición que consideremos necesarios y deseables en el tiempo que dure el encuentro amoroso.
Pero tampoco debemos ser maniacos del control y de la exactitud y repartir los veinte minutos exactamente diez para cada parte de la pareja. No solo porque también se consumirán algunos segundos y tal vez hasta un minuto en los cambios de posición y en reacomodarnos, sino además porque las dos partes de la pareja no son exactamente iguales y deben saber adaptarse al otro y a sus necesidades.
O sea, hay que dejarse llevar por la situación y no realizar el acto sexual con un reloj en una mano y un cronometro en la otra.
En cuanto al tiempo que se pueda perder entre una posición y la otra, si bien al principio parecerá mucho, en esto es como en todas las actividades: cuanta más practica tengamos y mejor nos entendamos con la otra persona, más rápido haremos el cambio y menos segundos desperdiciaremos. Pronto dominaremos el cambio lo suficientemente como pare hacerlo sin pensar.
Lo único de lo que debemos tener cuidado una vez que hemos dominado este ejercicio y lo hacemos con facilidad y "de memoria", es a no volvernos demasiado confiados en nuestras habilidades y en las de nuestra pareja, pasando la "cima" y llegando al orgasmo por puro descuido

Orgasmo no-intencionado
Pero aun si llegamos al orgasmo, ya sea por una cuestión de exceso de excitación (puede pasar) o de que nos olvidamos de relajarnos en el momento justo o se nos pasa por exceso de entusiasmo, tampoco hay que desesperarse ni pensar que es el fin del mundo.
Es mas, no es un problema grave en lo mas mínimo, es una simple circunstancia. Por lo tanto, ninguna de las partes debe enojarse, sentirse defraudada o desdichado.
Una opción de lo que podemos hacer, si hemos estado en el borde de la ola por un buen tiempo y notamos que nuestra pareja esta pasando definitivamente y de forma inevitable al otro lado, es unirnos, llegar nosotros también al orgasmo en ese momento (si podemos hacerlo por estar lo suficientemente cerca del mismo) y unirnos a nuestra pareja en la experiencia orgásmica, sentir con él, acompañarnos en nuestro placer.
O, si no, podemos simplemente ver como nuestra pareja llega al orgasmo, disfrutar viendo como siente placer y ayudarlo o ayudarla a sentir todo el placer posible en ese momento. Podemos hacer una contemplación calmada de la situación, del orgasmo de nuestra pareja.
Lo cierto es que cuando una de las dos partes de la pareja falla en mantenerse en la cima de la ola, cuando se pierde y llega al orgasmo, suele sentirse ligeramente avergonzado y pide disculpas. Lo mejor en este caso es aceptar las disculpas con besos y abrazos, con caricias.
No debe haber resentimiento, sino una aceptación y la seguridad de que el balance será repuesto en el siguiente encuentro amoroso, que la próxima vez todo funcionara mejor.
El fallar en mantener la técnica de "montar la ola" no debe, en ningún caso, generar ruido, problemas o sentimientos negativos en la pareja. No debe haber resentimientos por culpa de esta técnica.
A medida que mejoramos en estas técnicas, que nos volvemos expertos en ellas y que las disfrutamos plenamente, empezaremos a notar que, luego de veinte o poco más minutos de realizarlas, con los cambios de posición correspondientes, sentiremos sensaciones que son equiparables con las que se sienten durante el orgasmo, que tendremos el placer que se suele asociar con llegar al clímax del acto sexual y al orgasmo, pero sin tener un orgasmo de los que podríamos denominar "habituales".
A lo que nos referimos es a que nuestro apetito sexual quedara satisfecho como si hubiésemos tenido el orgasmo, pero lo más probable es que no hayamos tenido las contracciones ni ninguna de las otras reacciones físicas que vienen acopladas a llegar al orgasmo.
Además, es muy probable que ya no deseemos llegar al orgasmo, ya que, como dijimos, nuestro apetito sexual se encontrara satisfecho, al menos por el momento.
Por otro lado, puede también suceder que las dos partes de la pareja decidan en forma simultanea que ya han tenido bastante de ese acto sexual, que ya han obtenido lo que deseaban y que el apetito y la necesidad sexual de los dos ya se encuentran satisfechos y que ninguno de los dos desea ya llegar al orgasmo convencional. Esto puede llevar a un final del acto sexual un tanto abrupto y tumultuoso.

Evitando el Orgasmo Convencional
En un tantra no religioso como el que estamos proponiendo, no hay ningún motivo real para evitar el orgasmo convencional.


En el caso del tantra religioso, existen motivos por los cuales llegar al orgasmo es algo que debe ser evitado tanto como sea posible, ya que produce una perdida totalmente innecesaria de energía en el hombre cuando produce la eyaculación, ya que la energía sexual sino seria contenida dentro de él y utilizada con otros fines mas útiles que el desperdigarse en la nada.
Pero en nuestro caso no hay ningún motivo para no llegar al orgasmo, como tampoco lo hay para hacerlo. Es una decisión estrictamente personal, que se vera afectada por las personalidades de las partes de la pareja, el momento del mes (en el caso de la mujer), lo que consideren del orgasmo "puro", sus ideas religiosas, la forma en que se sientan en el momento, los deseos que tengan de llegar o no al orgasmo, cuanto disfruten el ejercicio en sí mismo que es el acercarse al orgasmo sin realmente llegar a él.
Siendo un asunto estrictamente personal, no podemos decir que es lo mejor, así que es cuestión de probar y tomar la decisión que nos parezca mejor en el momento que nos parezca mejor.
La Sensación Espiritual


Bien, volvamos por un segundo a lo espiritual, ya que es menester decir algo: estos ejercicios no son solo una receta para tener grandes actos amorosos y sentir todo el placer posible con ellos, de tener una sexualidad mejorada y más amplia con nuestra pareja, sino que son una forma real de despertar una parte espiritual en nosotros.
Quieran  creerlo o no, se despertaran sentimientos espirituales en ustedes cuando realicen estas técnicas. Pueden creer o no en la parte religiosa y hasta en la espiritualidad, pueden ser escépticos totales, pero lo cierto es que sentirán un elevamiento espiritual.
Este es el motivo por el que, de estas practicas y de estos ejercicios, se hayan desprendido religiones y tantos hombres sabios las hayan adoptado como propias y aceptado su efectividad.
Y siguiendo en la línea de plantear cuanto nos pueden resultar útiles ciertas practicas tántricas y cuan inútiles nos pueden ser, dependiendo de si tomamos una vertiente religiosa o una no-religiosa, podemos decir que las practicas tántricas más tradicionales, como ser el comer las cinco comidas sagradas, la utilización de chakras para elevar la energía kundalini, la búsqueda de divisar la luz azul y demás; se vuelven totalmente inútiles, a menos que aceptemos su simbología o los tomemos como símbolos y figuras alegóricas, en el caso de que estemos tomando una vertiente no-religiosa.
La visualización de la energía y los procesos de búsqueda de la imaginación creativa se vuelven inútiles si uno piensa que el cuerpo es solo lo que es y toma los músculos como músculos y las venas como venas, si identifica al corazón como un órgano y no como un chakra.
O si pensamos que la existencia de una deidad llamada Shiva y de otra llamada Durga son simples idea de una cultura distinta a la nuestra, y que no tienen ninguna relación con nuestra vida cotidiana, especialmente por su no-existencia en nuestro paradigma teórico, entonces no tiene sentido molestarse en aprenderse sus nombres y títulos, su iconografía y todo lo que con ellos se relaciona.
Pero aunque no les demos los nombres por los que se los conoce o ni siquiera aceptemos su existencia, lo cierto es que, cuando realicemos las practicas entraremos en contacto con algo que esta mas allá, a un reino de divinidades, así que debemos estar preparados