viernes, 14 de marzo de 2014

MASAJE DEL YONI





El masaje tantra a fondo

Este efecto final es también descrito como una vagina llorando y es que al igual que el llanto, este otro “llanto” es beneficioso, ya que te libera de emociones que están ocultas o reprimidas.
El masaje Yoni comienza con un montón de lubricantes en las manos del masajista y la sensación es que los dedos del masajista los sentirás como un caracol dentro de ti. Es entonces cuando tu cuerpo se abre de par en par y liberas esa acumulación traumática de emociones que te impiden desarrollar tu potencial de placer y logro personal.
Una aproximación a lo que sientes con el masaje tantra Yoni
Hay puntos en el cuerpo y en la vagina que cargan con traumas y durante el masaje al momento de tocar esos puntos, puede que te sientas triste, con ganas de llorar, tener miedo a la experiencia tántrica o sentir dolor. Pero tranquila, pues el trabajo del masajista liberar todas esas emociones.
Piensa en estas tres cosas durante toda la sesión
Respira: Toma al aire por la nariz y exhala por la boca pues este patrón de respiración te ayudará a mantener la concentración estar preparada para lo que vas a experimentar. La respiración también te relaja la mandíbula libera una gran cantidad de estrés.
Haz ruido: esto significa profundos ruidos guturales. Si sientes dolor, entonces gritar como gesto de dolor y gime y grita si ese sentimiento es de placer. Los gritos ayudan a relajar a tu garganta.
Muévete: Cuanto más te muevas, mejor será tu viaje corporal y se te hará más fácil el placer
Durante el masaje tantra
El masaje comienza en la espalda y de allí a la punta de la cabeza hasta los pies. Si te relajas vas a sentir un velo suave y sedoso acariciando tu piel de punta a punta. Durante ese momento procura que el enfoque sea la respiración adecuada.
Recuerda que un masaje tántrico no es algo mecánico, esto es toda una experiencia integral: física, emocional y psicológica. Por eso no permitas que tu mente divague en otras cosas, sino concéntrate en el presente.
De vez en cuando, vas a sentir un cálido flujo de líquido en tu piel, esta sensación de aceite será suave y de una temperatura agradable. También vas a sentir la sensación de un spray frío junto al aceite caliente. En cierto punto se te pide que te pongas boca arriba y se te olvidará que te están masajeando porque te concentras en las sensaciones agradables que siente tu cuerpo.
Después te preguntan si pueden hacerte el masaje Yoni y la recomendación es que digas que SÍ.

ME ENSEÑARON LA VERGUENZA..



ME ENSEÑARON LA VERGUENZA



Me enseñaron la vergüenza.

Me enseñaron a avergonzarme de mi cuerpo, de mis actos, de

 mis pensamientos.

Me enseñaron que lo que pienso es absurdo, que lo que hago
es ridículo, que lo que deseo es sucio.

Y aprendí a no decir lo que pensaba, por vergüenza de que

 alguien a mi alrededor pensara algo mejor.

Y aprendí a no hacer lo que me apetecía, por vergüenza de

 que alguien a mi alrededor creyera que era inoportuno.

Y aprendí a no perseguir lo que deseaba, por vergüenza de 

que alguien a mi alrededor opinara que era inapropiado.

No contenta con someterme a la mirada externa, me plegué 

también a la vergüenza ajena.

Y aprendí a preguntarle a la vergüenza cómo vestirme, no

vaya a ser que alguien pensara que voy buscando gustar, 

destacar. Y aprendí a escuchar a la vergüenza al desnudarme,

 no vaya a ser que me sintiera cómoda en mi cuerpo, y me

 acostumbrara a enseñar(me)lo sin miedo. Y aprendí a

 consultar con la vergüenza antes de abrir la boca, no vaya a

 ser que dijera sin filtro lo que me pasa por la cabeza, y se

 enterara la gente.


Y dejé de bailar, de reír a carcajadas, de rascarme el culo, de

 preguntar lo que no entiendo, de opinar lo que pienso, de

 compartir lo que siento, de pedir ayuda, de ponerme faldas, 

de ir a la playa, de comer o llorar en la calle, de ir sin 

sujetador, de pintarme, de salir sin pintar, de bajar a la calle

 despeinada, de usar esa ropa que dicen que no me pega

 nada, de llamar a quien echo de menos, de tomar la

 iniciativa, de decir que no, de decir que sí, de quejarme, de

 vanagloriarme, de estar orgullosa, de admitir que estoy 

asustada.


Y, a base de sentirme cada día más avergonzada, entendí que

 mi vergüenza nunca iba a sentirse saciada. Que toda la vida

 iba a imponerse entre yo y mi representante impostada. Así

que busqué a mi sinvergüenza interna.
 


Y le costó salir un 

poco, le daba vergüenza. Pero acabó sacándome a bailar,

 haciéndome dúo al cantar, saliendo conmigo a la calle con la

 cara sin lavar, animándome a hablar, a ignorar las cosas que 

me deberían avergonzar...


Y ahora no tengo tiempo para sentir vergüenza. Estoy

 ocupada VIVIENDO.


Texto: Faktorialila